Rellenar corazones era una tarea que nunca me había tocado hacer dentro de la marca. Si yo siempre era la que bordaba, o cortaba, o terminaba algo con algún detalle, pero esta vez a la hora de separarnos el trabajo me tocaron los corazones; corazones, no corazoncitos, aunque en realidad lo sean.
No fue tan fácil, luchar con los hilos enredados no es lo mio, pero esta vez lo fue, si es eso o cortarlo todo y empezar de cero. Un corazón enredado, y mal cosido nadie lo va a querer. Después, trabajar en casa genera sus distracciones, y ahí estaba con un corazón tan lindo y cosido pero sin relleno, y un corazón chato y sin vida dudo que alguien lo quiera.
Al final del día tenia una bolsa llena, así que una vez que los corazones están bien armados, llenos, bien cosidos ya están listos para buscar su dueño.
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